Viajeros que el ocaso guarda en su roja cabellera de eternidades…en esta estación de los estíos recojo, una vez más, la antorcha del presagio y con tinta de lunas llenas me lanzó a las aguas de la memoria, para escribir primavera sin fin en las calles y quebradas de todos los ovallinos y ovallinas que, derramados por la geografía mundial, llevan en sus pechos las claves que el fuego de la tierra añorada…marcó indeleble en los cuartos traseros de sus almas voluptuosas, fraternas e invencibles.